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La violencia machista es una lacra que recorre nuestra sociedad en todos los ámbitos. La visibilización y caracterización de la misma está siendo puesta de manifiesto por el movimiento feminista, cuya fortaleza está siendo precisamente poner en común y para el común la existencia de esta lacra, sus múltiples manifestaciones, su estructura piramidal y transversal en todos los órdenes y, lo que es más importante, su carácter de pilar sustentador del sistema capitalista, aumentando sus devastadoras consecuencias cuanto mayor es el grado de explotación y desigualdad al que los colectivos de mujeres se ven sometidos.
Esta constatación conlleva, necesariamente, la afirmación de que las organizaciones sociales y políticas estamos también impregnadas de dicho patriarcado, y que se manifiesta desde el comportamiento aprendido en las relaciones personales y por ende en las colectivas; las propias dificultades para la entrada y permanencia en la militancia; el grado de compromiso con la misma y la potencialidad que en numerosas ocasiones se ve lastrada por esta situación de origen.
En nuestro Partido, como en otras organizaciones colectivas, la responsabilidad de la menor participación de las mujeres suele recaer sobre ellas, siendo costumbre individualizar la responsabilidad de las camaradas mujeres en dicha situación de infrarrepresentación colectiva (“Tal camarada no tiene más responsabilidad porque no quiere asumirla, prefiere dedicar su tiempo a otras cosas…”). Por tanto, debe reconstruirse como proceso de empoderamiento individual para las mujeres, de aprendizaje y cambio de actitud por parte de los camaradas y como una responsabilidad colectiva del conjunto de la militancia, en la búsqueda de la coherencia y adaptación de nuestro comportamiento a la igualdad real pretendida.
A continuación, te dejamos el PROTOCOLO DE ACTUACIÓN DEL PCE CONTRA LAS VIOLENCIAS MACHISTAS